lunes, 7 de enero de 2013

EL PLACER DE VIAJAR EN BICICLETA

Un año y pico arrastrando una lesión en la rodilla y el instinto de supervivencia, me han hecho reorganizar mis prioridades a la hora de hacer deporte en general y ciclismo en particular. De manera que, he decidido desconectar el cronómetro, olvidándome de tiempos y competiciones, y enfocar el entrenamiento a disfrutar montando en bicicleta, con el objetivo de realizar rutas ciclo-turísticas para conocer nuevos lugares, a ser posible en compañía de buenos amigos, retomando la génesis de este artefacto de dos ruedas, un simple pero eficaz medio de transporte. Así pues, hemos inaugurado el 2013 con una ruta sencilla de 115 km. que une mi pueblo natal Mengíbar, provincia de Jaén y Córdoba capital, para volver en tren por la tarde después de una rápida visita de la ciudad en bici.


Salimos de Mengíbar a eso de las 8 de la mañana, mi amigo Antonio (curtido en mil batallas) y yo, 3 de enero, con una temperatura que rondaba los 0º, en la penumbra del amanecer las sombras de olivos centenarios nos escoltaban en nuestro viaje, los cuales serian los protagonistas en el paisaje hasta pasar Bujalance, ya en la provincia de Córdoba. Rodamos sueltos y fácil en los primeros kilómetros, pasando por Estación de Espelúy, Espelúy y Villanueva de la Reina donde encontrábamos la primera dificultad, la ascensión a  Higuera de Arjona, y a partir de aquí rompepiernas, que se dice en el argot ciclista, encadenando subidas y bajadas durante 40 km. que nos llevan por las localidades de Arjona, cuna del Rey Alhamar, la aldea de Alharilla con gran tradición romera y Porcuna donde cogimos la N 306 en una tendida subida hasta Bujalance, pasando por Cañete de las Torres ya en territorio Cordobés. En Bujalance abandonamos la N 306 para coger una carretera/camino CO-3200, según los lugareños en muy muy mal estado, pero  a nosotros nos pareció perfecta para las MTBS, y  nos liberó del estrés que nos producía el intenso tráfico de la 306, al tiempo que nos regalaba unos bellos paisajes de campos de cereal que se alternaban con olivar joven. Continuamos por este camino durante unos 30km. de falsos llanos picando hacia abajo hasta enlazar con la antigua N IV en Alcolea. Y unos kilómetros después, a eso de las dos de la tarde, estábamos en la estación de renfe en Córdoba comprando nuestros billetes de vuelta a casa. Después de comer y con los billetes del tren en la mochila, nos montamos en las bicicletas para hacer algo de turismo aunque con poco tiempo, dos horas escasas, ya que nuestro tren salía a las 16:20h (el último que admite bicicletas). Gracias a la bici pudimos ver más de lo que esperábamos. Salimos de renfe por el paseo de Córdoba, y nos dirigimos al centro por la Avenida de los Mozárabes hasta el rio Guadalquivir, bordeándolo hasta llegar al Alcázar, la Biblioteca Diocesana de Córdoba, La Mezquita y al Puente Romano con la Torre de Calahorra al fondo. Tras disfrutar del ambiente foráneo de la Ronda de Isasa, deshicimos el camino para volver de nuevo a la estación de Renfe con el tiempo justo de coger el tren que nos devolvería al punto casi de partida de esta jornada y digo casi, porque de la estación del tren, (Estación de Espelúy), a casa nos tocaban otros siete Kms de pedaleo. La vuelta en el tren fue de lo más reconfortante, tanto mi compañero de fatigas Antonio como yo estábamos satisfechos de la jornada y se nos hizo corto contando las pequeñas batallitas y anécdotas del día.          

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